sábado, 2 de abril de 2011
OPINIÓN DE ADOLF HITLER SOBRE LA DIVISIÓN AZUL
"Había leído en la historia que el soldado español era el mejor del mundo, y ahora, viéndolos en el frente ruso, lo he comprobado."
"La división española lucha en primera línea sin interrupción, en uno de los sectores más difíciles y de decisiva importancia para los combates defensivos. De este modo la División Azul ha hecho el más alto honor a su Patria en la gran lucha anticomunista."
"Cuando la División Azul regrese a España tendremos que expresar, tanto a ella, como a su bravo general, el reconocimiento debido a una lealtad y a una valentía llevadas hasta la muerte."
LA DIVISIÓN AZUL
La división azul fue una unidad de voluntarios españoles que sirvió entre 1941 y 1943 en el ejercito alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el Frente Oriental contra la Unión Soviética.
El origen se debe a que Franco permitió que los voluntarios que quisieran se unieran al ejército alemán. De este modo podría mantener la neutralidad española en la guerra, al mismo tiempo que compensaba a Hitler por su ayuda en la Guerra Civil Española, con la Legión Cóndor.
El despliegue era el siguiente: el 262º Regimiento en el subsector de Nóvgorod; el 269º Regimiento cubría el subsector Norte con retaguardia en Podverei y el 263º Regimiento en el subsector Centro y en el subsector del llmen, los Grupos Anticarro y de Exploración. El Regimiento de Artillería se posicionó al oeste de Nóvgorod, en donde quedó establecido el Cuartel General.
Los aviadores voluntarios formaron la Escuadrilla Azul, la cual, se adscribió al 27 Grupo de Caza (JG27) de la Luftwaffe, bajo el mando del Mariscal de Campo Wolfram von Richthofen, que había mandado la Legión Cóndor.
El número de pérdidas de la División Azul se elevó a 4.954 muertos y 8.700 heridos. Además, las fuerzas rusas tomaron 372 prisioneros de esta división, de la Legión Azul o de los voluntarios de las SS 101, conocidos como la Spanische Freiwilligen Kompanie.
viernes, 11 de diciembre de 2009
LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL
Consecuencias demográficas
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias; la reducción de la natalidad consiguiente...
Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y la pérdida de población joven.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña.
En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país: una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.
Consecuencias económicas
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950.
Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:
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Destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria.
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Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, comunicaciones, infraestructuras...
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Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.
Consecuencias sociales
El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.
Consecuencias morales
La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra.
El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos por una rasgo clave del franquismo.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Su Majestad el Rey Don Juan Carlos
Su Majestad el Rey nació el 5 de enero de 1938 en Roma, donde residía la Familia Real, que había tenido que abandonar España al proclamarse la República en 1931. Fueron sus padres Don Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona y Jefe de la Casa Real española desde la renuncia de su padre el Rey Don Alfonso XIII, y Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans.
Por expreso deseo de su padre, su formación fundamental se desarrolló en España, a la que llegó por primera vez a los diez años, procedente de Portugal, donde residían los Condes de Barcelona desde 1946, en la villa atlántica de Estoril, y tras su etapa como alumno interno en el colegio de los Marianistas de la ciudad suiza de Friburgo.
Formación Académica
En 1954 terminó el Bachillerato en el Instituto San Isidro, de Madrid, y desde 1955 estudió en las Academias y Escuelas Militares de los tres Ejércitos, donde adquirió el grado de Oficial. En esta etapa realizó su viaje de prácticas como Guardiamarina en el buque escuela "Juan Sebastián Elcano", y obtuvo su título de piloto militar. En 1960-61 completó su formación en la Universidad Complutense de Madrid, donde cursó estudios de Derecho Político e Internacional, Economía y Hacienda Pública.
El 14 de mayo de 1962 contrajo matrimonio en Atenas con S.A.R. la Princesa Sofía de Grecia, primogénita de SS.MM. los Reyes Pablo I y Federica. Tras su viaje de bodas, los Príncipes comenzaron a vivir en el Palacio de la Zarzuela, en los alrededores de Madrid, que sigue siendo hoy su residencia. En 1963 nació la primera de sus tres hijos, S.A.R. la Infanta Doña Elena, dos años más tarde S.A.R. la Infanta Doña Cristina y en 1968 S.A.R. el Príncipe Don Felipe.
Designado sucesor a la Jefatura del Estado en 1969, comenzó una etapa de actividades oficiales, viajes por España y visitas a países extranjeros.
Rey de todos los españoles
Tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el Rey de todos los españoles, sin excepción.
La transición a la democracia, pilotada por un nuevo equipo, comenzó con la Ley de Reforma Política en 1976. En mayo de 1977, el Conde de Barcelona transmitió al Rey sus derechos dinásticos y la Jefatura de la Casa Real española, en un acto que constataba el cumplimiento del papel que correspondía a la Corona en el retorno a la democracia. Un mes más tarde se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936, y el nuevo Parlamento elaboró el texto de la actual Constitución, aprobada por referéndum el 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S.M. el Rey en la sesión solemne de las Cortes Generales del 27 del mismo mes y año.
La Constitución establece como forma política del Estado la Monarquía parlamentaria, en la que el Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. En su mensaje a las Cortes, Don Juan Carlos proclamó expresamente su decidido propósito de acatarla y servirla. De hecho, fue la actuación del Monarca la que salvó la Constitución y la democracia en la noche del 23 de febrero de 1981, cuando los demás poderes Constitucionales estaban secuestrados en el Parlamento por una intentona golpista.
A lo largo de su reinado ha visitado oficialmente la práctica totalidad de los países del mundo y los principales organismos internacionales, tanto de carácter universal como regional.
La función de estadista
S.M. el Rey ha impulsado un nuevo estilo en las relaciones iberoamericanas, subrayando las señas de identidad propias de una comunidad cultural que se basa en una lengua común y señalando la necesidad de alumbrar iniciativas conjuntas y participar en fórmulas adecuadas de cooperación. Esta es la razón de ser de las Cumbres Iberoamericanas, cuya primera sesión tuvo lugar en Guadalajara, México, en 1991.
Don Juan Carlos ha recordado siempre la vocación europea de España a lo largo de su historia y ha alentado su proceso de incorporación a las Comunidades Europeas. La importancia de la Unión Europea en el mundo contemporáneo y en particular en las áreas que le son afines, incluída Iberoamérica, ha sido subrayada por el Rey en numerosos mensajes.
Su perfil europeísta y su papel en el restablecimiento de la democracia en España han sido reconocidos a través de numerosos Premios Internacionales.
Atento siempre al mundo intelectual y a su capacidad de innovación, Don Juan Carlos ejerce el Alto Patronazgo de las Reales Academias y mantiene una asidua relación con los ámbitos culturales y en particular con la Universidad. Ha sido investido Doctor Honoris Causa por una treintena de prestigiosas universidades españolas y extranjeras.
La lengua castellana, patrimonio de la comunidad de hispanohablantes, y su prometedor futuro en el mundo actual son temas que merecen especialmente su atención. Impulsó la creación de la Fundación Pro Real Academia que se constituyó con participación de entidades públicas y privadas en 1994. Asimismo es el Presidente de Honor del Patronato del Instituto Cervantes, encargado de la difusión del español en el mundo. Todos los años entrega el Premio Cervantes, que distinguen a los mejores escritores de nuestra lengua en ambos continentes.
A través de las diversas Fundaciones de las que es Presidente de Honor apoya personalmente la creación y desarrollo de nuevas tecnologías en España, y alienta numerosas iniciativas en las áreas de la economía y la empresa, la investigación, los avances sociales y el desarrollo solidario de la convivencia española en sus más variadas manifestaciones.
La Constitución establece que corresponde al Rey el mando supremo de las Fuerzas Armadas. En el ejercicio de su función, Su Majestad se reúne una vez al año con los tres Ejércitos en la fiesta de la Pascua Militar, preside la entrega de despachos y diplomas en las Academias y Escuelas Superiores Militares, visita numerosas unidades y asiste a sus maniobras y ejercicios.
La descripción de las Armas de S.M. el Rey figura en la Regla número 1 del Título II del Real Decreto 1511/1977, de 21 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Banderas y Estandartes, Guiones, Insignias y Distintivos.
Sus aficiones
Asiduo practicante de varios deportes, sobre todo el esquí y la vela, Don Juan Carlos apoya la práctica deportiva como escuela de formación de indudable valor social. La presencia de los Reyes y la Familia Real y su estímulo a los equipos olímpicos españoles es constante y tuvo especial relieve durante los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.
MARISCAL DE CAMPO ERWIN ROMMEL
Uno de los legendarios héroes nacionales de Alemania. Nació el 15 de Noviembre de 1881 en Heidenheim, cerca de Ulm en el estado de Wurtemberg. Fue un gran general que dio a Alemania importantes victorias que le ayudaron a los nazis a expandir sus conquistas. Fue un personaje distinguido por la disciplina y fuertes convicciones, apodado el "Zorro del desierto" (desert fox) por las creativas tácticas astutas y arriesgadas que utilizaría en el norte de África contra el ejército Inglés.
En 1910, a la edad de 18 años, se unió al ejército para en Marzo de 1911 ingresar a la escuela militar de oficiales de Dantzig (Gdansk). Tiempo después en 1916 se casa con Lucie Mollín, de cuya unión se derivó un solo hijo de nombre Manfred.
Participó en la Primera Guerra Mundial con el grado de Alférez y durante la misma fue ascendido a teniente. En 1914 realizó su primera hazaña militar la cuál tuvo lugar en el frente francés, donde junto a otros 3 hombres capturó un pelotón enemigo en el pueblo de Bleid. Demostrando su valor y coraje, el 24 de Septiembre se enfrentó solo a 3 soldados franceses con su fusil descargado, siendo herido en un muslo, por lo que le concedieron la cruz de hierro de segunda clase. Más adelante serían reconocidas más grandes hazañas como la que le dio la medalla de primera clase cuando el 29 de Enero de 1915 tomó cuatro bunkers, rechazó el contraataque enemigo y retomó la casamata de donde había sido expulsado. En Mayo de 1917 fue transferido al frente del Italiano y participo en los asaltos de Mone Cosna y Caporeto donde obtuvo la Orden al Merito, siendo ascendido a Capitan. Poco más tarde en octubre del mismo año, participó en la toma de la cota 114 y del monte Matajur capturando 150 oficiales, 9500 soldados y 81 cañones, mientras que él solo había perdido un solo hombre. Posteriormente le fue concedida la medalla "Pour Le Mérite" por su victoria en Longarone. Se decía que Rommel achacaba sus victorias al poco espíritu combativo del ejército italiano, lo cuál tendría en mente al encontrarlos como aliados en el en el Norte de África aunque como aliados esta vez. Italia se revelaría en la segunda guerra mundial como un aliado débil que siempre estaba pidiendo auxilio a los alemanes, tal como lo hiciera Austria en la primera, de lo que llegaron a decir en Alemania, "estamos atados a un cadáver", haciendo referencia al inefectivo ejército Austriaco.
En Diciembre de 1918, después de la rendición de Alemania, Rommel vuelve al 124º regimiento de infantería en Weingarten. En un viaje que hizo para ver a su esposa que había enfermado por aquellas fechas fue detenido varias veces por bolcheviques alemanes que se reían de él e incluso llegaron a escupir su "Pour le Mérite". Todo esto porque Alemania se hallaba envuelta en la revolución. En 1919 es enviado a Friedrichshafen para comandar una compañía de seguridad interior.
Los soldados de esta compañía de seguridad interna se rehusaban a obedecerlo, y Rommel, tuvo que imponerse a los gritos. Por estos tiempos los militares Alemanes se habían vuelto en una especie de mercenarios que se vendían al mejor postor, sin embargo Rommel no lo hizo así, y siguió sirviendo a la democrática República de Weimar.
En esos años se dedicó a la vida familiar, y a disfrutar de la vida en compañía de su esposa, organizaban bailes y por fin dedicó tiempo a su colección de sellos. Parecía que le esperaba una existencia tranquila sin embargo, sus superiores decían "En este oficial hay mucho más de lo que se ve". Y En 1933 le fueron asignados junto con su cargo de Mayor, el 3º batallón de cazadores, tropas alpinas especializadas y el 17º regimiento de infantería. Debido al entrenamiento y liderazgo más tarde sus superiores les llamarían "el batallón de Rommel".
En 1937 publica su libro "Ataques de infantería", que hablaba de estrategia militar en el uso de infantería, basado en sus experiencias en la 1ª guerra mundial, el cuál fue acogido positivamente, incluso el ejército suizo lo adoptó como manual militar. Durante esta época estudiaba nuevas teorías sobre carros de combate, se veía que tenía interés en algún día utilizar dichas técnicas en alguna oportunidad, misma que fue dada por el Führer tiempo después.
Era un hombre disciplinado y sin vicios, no tomaba, no fumaba y para él solo existía su esposa de la cuál siempre se declaraba enamorado. Como cualquier gente común de aquel tiempo culpaba del desastre de Alemania a los comerciantes y políticos aunque no se mostraba radical antijudío.
Por todo esto y talvez por sentido común el advenimiento de los nazis al poder no le pareció nada. Decía a su mujer "Los nazis son una bola de bribones". Tenía una opinión respecto a Hitler, lo consideraba un lúgubre idealista que intentaba salvar a Alemania del comunismo. Sin embargo, no le gustaban para nada las personalidades que lo rodeaban, y que eran figuras con poder dentro del régimen nazi como, tales como Himmler, Goebbels (encargado de la propaganda nazi) o el jefe de los camisas marrón Ernst Röhm al que consideraba un pervertido sexual, y según los historiadores y la mayor parte de las opiniones y quejas que más adelante surgieron de este personaje lo confirman. Röhm se había encargado de reclutar un ejército personal de 2 millones de hombres. De Himmler no le agradaba su aire de monje fanático y de Goebbels decía que era un gran hablador.
En un desfile se dispuso que las SS desfilarían primero que el ejército encargándose de la seguridad del Führer. Rommel se negó tajantemente a dejar que tal cosa sucediera. Esta era una prueba de su carácter y disciplina que mostraría después al Führer cuando éste le pidió en uno de los desfiles de Nuremberg, que únicamente quería 6 coches después del suyo. Rommel se encargó de cumplir con esa misión al pié de la letra, dejando pasar solo 6 coches después del Führer, aunque hubieran muchos otros coches llenos de miembros del partido, muchos de ellos arrogantes que amenazaban a Rommel para que los dejara pasar. Fue ahí cuando el Führer supo que tenía al alcance a un hombre inquebrantable. Hitler lo felicitó por haber cumplido con la diligencia.
Poco después fue transferido junto a su familia a la famosa escuela de cadetes de wiener Neustadt, la misma noche que pasó a la historia con el nombre de "la noche de los cristales rotos" cuando los nazis destrozaron casas y comercios judíos, matando a los mismos también.
Sus clases iban tomando fama entre los cadetes, sin embargo estos no dejaban de elogiar al admirado estratega clausewitz, un día Rommel les dijo: "Esto dijo Clausewitz, esto pensaba Clausewitz. pero ustedes ¿No tienen cabeza para pensar?"
El ataque a Polonia comenzó el 1 de Septiembre de 1939, Rommel fue ascendido a General. Allí vio por primera vez a los carros de combate entrar en acción. Para el 23 de Septiembre sólo Varsovia resistía, los alemanes avanzaban con rapidez. Hitler, que se encontraba complacido con Rommel le ofreció una división a lo que Rommel respondió pidiendo una división Panzer. Para la sorpresa de todos, Hitler se la concedió. Rommel sabría utilizarla bien. Comenzó a estudiar apasionadamente los libros de estrategias de carros blindados y preparó a sus hombres para entrar en acción en el ataque a Bélgica.
Fue un 10 de Mayo cuando el conflicto estalló y el ejército alemán se dispuso a avanzar sobre Bélgica. Optando por una operación relámpago, Rommel se dirigió a gran velocidad, batiéndose con las tropas belgas, pero sin encontrar resistencia significativa hasta el paso por el río Mosa, donde los Belgas ofrecieron mayor resistencia. Para el 16 de Mayo Rommel se disponía a cruzar un gran sistema de defensa francés conocido como la línea Maginot, del cuál se decía era inexpugnable. 24 horas más tarde Rommel se encontraba al otro lado.
Debido a las rápidas maniobras y a la eficacia del ejército Alemán, los franceses en numerosos frentes. Todos se encontraban sorprendidos por el éxito obtenido en esa campaña relámpago, Rommel era el líder militar que necesitaban, conduciendo a su ejército en primera línea en su panzer, preocupándose de los detalles y de sus hombres. Con su gorra de faena, su rostro duro y bronceado y su medalla al valor en el pecho, así como su manera de ser proyectaban la imagen del lider cálido pero distante que tanto carisma ejercía entres sus soldados. Rommel escribió: "Han vuelto los tiempos de los comandantes de Federico el Grande, de Ziethen y Seydlitz, cuando los caudillos cabalgaban a la cabeza de sus ejércitos".
Habían sido tan rápidos sus movimientos que los encargados de logística de no sabían a donde enviar las provisiones, la 7ª división había desaparecido sin dejar rastro. Prueba de su sentido de estrategia que involucraba a su habilidad para adaptarse a las situaciones, salió airoso cuando el enemigo le envió al ataque al Matilda Mark II, un tanque que resistía sin problemas los ataques de 37 mm de los tanques alemanes. Rommel decidió usar sus cañones Flak de 88 mm.
El 27 de ese mismo mes, se le entregó la cruz de Caballero, esa era la primera condecoración para un oficial en la campaña francesa. Después, Rommel entró en Lille donde sorprendió de muerte a soldados y civiles franceses que no se esperaban que las fuerzas alemanas hubieran llegado ahí tan rápido. Una anciana le preguntó a Rommel, ¿Es usted inglés? A lo que contestó : "no, alemán" La anciana levantó los brazos y gritó "oh! Los bárbaros han llegado!!"
Para el 18 de Junio tomó Cherburgo, Francia pidió el armisticio y Rommel finalizó su guerra relámpago. Los franceses de hecho, pensaron que eran los ingleses los que llegaban a la costa, debido a la rapidez de las acciones nadie estaba enterado del avance alemán.
Después de las batallas de Francia la 7ª división al mando de rommel recibiría el nombre de "División Fantasma", ya que ni el Alto mando Alemán, ni nadie sabía donde se hallaba Rommel. Cuyo éxito había consistido en la velocidad de penetración.
En Enero de 1941 es promovido al rango de Teniente General y trasladado a Berlín, donde recibe el mando del Africakorps, con el objetivo de apoyar a los italianos en su campaña contra los ingleses en Africa del norte. Para febrero de 1941 llega a trípoli con la 5ª división ligera Panzer, enfrentando a los ingleses por primera vez, y sostiene un avance constante gracias a las tácticas de la guerra relámpago, perfeccionadas en Francia. Ya en Marzo de 1941 alcanza la frontera oeste de Egipto y los ingleses se ven obligados a atrincherarse en Tobruk. Los ingleses comienzan a temerle a este feroz general y le apodan "El zorro del desierto". El alto mando inglés prohibió que las tropas emplearan ese sobrenombre pues bajaba la moral de los soldados. Pero incluso Winston Churchill elogiaba la actuación de Rommel y le llamaba Gran General en plena cámara de los comunes. A sus 50 años es ascendido a Mariscal de campo, siendo el más jóven mariscal de campo alemán de todos los tiempos.
Para Agosto de 1941 Rommel toma el mando de todas las fuerzas en África, y en noviembre es obligado a retroceder hasta El Aghelia en Lybia, debido a la ofensiva inglesa Crusader. En enero del 42 Rommel inicia su contraofensiva y obliga a los ingleses a retirarse hasta la línea de Gazala donde recibe su cruz de caballero con hojas de roble, espadas y diamantes. En mayo del mismo año, reinicia su ofensiva para Mayo 26 de 1942 reinicia su ofensiva, capturando Tobruk en Junio 26; continua empujando a los ingleses dentro de Egipto y alcanza El Alamein, ubicado a 96 Km al oeste de Alejandria, completamente agotadas sus Divisiones Panzer y corto de equipo y abastecimientos, se ve obligado a detenerse. A pesar de sus continuas peticiones a Berlin de suministros y recomposicion de sus fuerzas no es oido,cae enfermo y debe viajar a Alemania. En Octubre de 1942 los ingleses vuelven contraatacar, destruyen las fuerzas alemanas y los Anglo-Americanos inician la operacion Torch, al continuar la ofensiva en dos frentes, Rommel se ve obligado a replegarse y para Febrero de 1943 lanza su ultima ofensiva en el Norte de Africa; en Febrero 23 de 1943 entrega el mando del Grupo Africa al General von Armin y vuela a Berlin con el fin de persuadir a Hitler de la desesperada situacion del Africakorps, pero no es escuchado. En Mayo de 1943 se entregan a las fuerzas Aliadas y caen prisioneros 200.000 hombres. Rommel se encuentra enfermo y desilusionado.
En las postrimerías de 1943 recibe el mando del Grupo de Ejercitos B bajo el Mariscal de Campo von Rundstedt, el cual es responsable por la zona desde Holanda hasta Burdeos y encargado como Inspector General para la construccion de la Muralla del Atlantico , con el fin de impedir el desembarco aliado en Europa, lo cuál no tuvo éxito. Una vez se efectua el desembarco hace todo lo posible por impedir la penetracion de las fuerzas aliadas; es herido en un ataque aéreo y es gravemente implicado en el atentado efectuado contra Hitler el 20 de Julio de 1944 en la "cueva del Lobo", cuartel general de Hitler en el Este. Transferido a un hospital, se le da la opción de ser enjuiciado como traidor o suicidarse, desición que ejecuta por su propia mano el 14 de Octubre de 1944, a sus 62 años. Se le entierra por orden de Hitler con todos los honores militares de su rango y se ordena un dia de luto nacional. Rommel fue considerado por todos sus amigos y enemigos como el ultimo de los caballeros y no fue nunca implicado en los crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial.
ENTREVISTA ENTRE FRANCO Y HITLER
El 23 de octubre de 1940 iba a convertirse en una fecha histórica, quizá en el día más trascendental para España de todos los que integraron la decisiva década de los 40. Ese día, en la frontera hispano-francesa, en la población de Hendaya, el Caudillo se entrevistó con el Führer, en presencia de los ministros de Asuntos Exteriores de España y de Alemania, Ramón Serrano Suñer y Joachim von Ribbentrop, respectivamente. Las consecuencias más importantes de dicha entrevista fueron:
a) España logró esquivar su entrada en la guerra.
b) Franco consolidó definitivamente su postura frente al país, recibiendo la adhesión de su pueblo, que por vez primera marginó diferencias ideológicas para apiñarse junto a su Jefe de Estado, en el común deseo de mantener la neutralidad y con ella, la necesaria, la indispensable paz.
La entrevista de Hendaya.
La mañana del día 23 de octubre de 1940 era soleada y con buena temperatura, aunque por la tarde llovió ligeramente. La estación internacional de ferrocarriles disponía de un sistema doble de vías paralelas, a fin de que pudiesen entrar los trenes españoles que utilizaban carriles más anchos que los europeos.
Adolf Hitler y su ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, que en la víspera se habían reunido con el político francés Pierre Laval, y eran esperados el 24 por el mariscal Philippe Pétain, llegaron antes de la hora prevista. Francisco Franco llegó con algún retraso. Había pernoctado en San Sebastián, lo mismo que su cuñado Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores de España. Mientras que el Führer paseaba por el andén, engalanado de banderas alemanas y españolas, a la vista de los soldados que iban a rendir honores.
Cuando el Generalísimo descendió del vagón, Hitler y von Ribbentrop le esperaban al pie de la escalerilla. Franco vestía uniforme militar con gorro cuartelero, mientras que Hitler usaba el uniforme del Partido, con gorra de plato. El barón von Stohrer hizo las presentaciones y luego, juntos, los dos jefes de Estado revistaron las tropas.
La entrevista se celebró en el tren oficial “Erika” del Führer. En el momento de subir al vagón se dijo al embajador de España en Berlín, Espinosa de los Monteros, que ni él ni von Stohrer iban a participar en la reunión. Así pues, en la entrevista celebrada en el coche-salón del Führer asistieron Franco, Hitler, von Ribbentrop, Serrano Suñer y como intérpretes, por parte alemana Gross y por parte española el Barón de las Torres.
Adolf Hitler hizo una larga exposición acerca de la nueva organización que proyectaba para Europa y anunció ya una fecha precisa: sus paracaidistas estaban preparados para lanzarse el 10 de enero de 1941 sobre Gibraltar. Cuando acabó, el Generalísimo hizo también una larga exposición. Habló de Marruecos y de suministros, preguntando si Alemania estaba en condiciones de enviar a España 100.000 toneladas de trigo. Las consideraciones de Franco irritaron a Hitler. Es importante precisar dos de los argumentos del Caudillo:
a) Inglaterra no estaba vencida y si resistía con tanto empeño es porque esperaba una intervención norteamericana.
b) España no podía ceder a nadie el derecho a apoderarse de Gibraltar.
A las siete menos veinte de la tarde terminó la entrevista. Serrano Suñer acompañó a Franco a su vagón y luego el ministro español regresó al tren alemán para reunirse con von Ribbentrop. Hablando directamente en francés, Serrano Suñer dijo a su colega alemán que “en lo que concernía a las peticiones territoriales de España, las declaraciones de Hitler habían sido muy vagas y no constituían una garantía suficiente para nosotros”.
A las siete de la tarde se dio a la prensa un comunicado en alemán y en español, que decía escuetamente:
“El Führer ha tenido hoy con el Jefe del Estado español, Generalísimo Franco, una entrevista en la frontera hispano-francesa. La conferencia se ha celebrado en el ambiente de camaradería y cordialidad existentes entre ambas naciones. Tomaron parte en la conversación los Ministros de Asuntos Exteriores del Reich y de España, von Ribbentrop y Serrano Suñer, respectivamente”.
Después Serrano Suñer permaneció cerca de dos horas con Franco, hasta el momento de asistir a la cena ofrecida por Hitler en el coche-restaurante de su tren. Según Schmidt, el Caudillo estuvo sentado entre von Ribbentrop y von Brauchist y Hitler entre Serrano Suñer y Espinosa de los Monteros. Según el Barón De las Torres, intérprete español, se reanudó la conferencia hacia las diez y media de la noche. Franco se despide a la una menos cinco para dirigirse en su tren a San Sebastián.
Desde el punto de vista alemán, la conferencia de Hendaya constituyó un fracaso. Hitler explicó posteriormente a Mussolini que
“no se pudo llegar más que a un proyecto de tratado después de una conversación de nueve horas”, porque Franco se reservaba absolutamente el derecho a fijar el día y la hora de su entrada en guerra. Fue entonces cuando pronunció la frase que daría la vuelta al mundo: “antes de volver a entrevistarme con él, preferiría arrancarme tres o cuatro muelas”.
El Generalísimo Francisco Franco logró en Hendaya su principal objetivo, ante el que habían naufragado otros gobernantes de Europa: mantener a España fuera de la órbita alemana e impedir que España entrase en la guerra.
La versión del traductor español, Barón De las Torres.
Este documento recoge paso a paso la famosa entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler. Las anotaciones a la conferencia Führer-Generalísimo fueron realizadas por el Barón De las Torres, que actuó en el histórico encuentro como traductor de alemán por parte española. Dado el interés historiográfico del documento, procedemos a reproducirlo íntegramente, tal y como fue redactado por don Luis Álvarez de Estrada y Luque, Barón De las Torres, tres días después de celebrada la entrevista.
«Anotaciones sobre la «Conferencia de Hendaya» celebrada el 23 de octubre de 1940 entre Su Excelencia el Jefe del Estado y el Führer, canciller del Reich, con asistencia de los respectivos ministros de Asuntos Exteriores, señores Serrano Suñer y Ribbentrop”.
Llega el tren que conduce a Su Excelencia el Caudillo a la estación de Hendaya poco después de las tres de la tarde. Hace Su Excelencia el viaje en el «break» de Obras Públicas, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, señor Serrano Suñer, y los jefes de sus Casas Militar y Civil.
A la llegada del tren es recibido en el andén por el Führer, a quien acompañan su ministro de Negocios Extranjeros, señor Ribbentrop, mariscal Keitel y todo su Estado Mayor. Una vez hechas las presentaciones de los séquitos respectivos, invita el Führer a Su Excelencia a pasar a su coche-salón, donde se ha de celebrar la entrevista.
En dicho coche-salón, y en una mesa rectangular para seis personas, toman asiento Su Excelencia el jefe del Estado, el Führer, el señor Serrano Suñer, el señor Ribbentrop, un intérprete alemán y el barón De las Torres, que actúa como intérprete por parte española, prohibiéndose el acceso a dicho salón de ninguna otra persona, ya que los embajadores de Alemania en Madrid, señor von Stohrer y de España en Berlín, general Espinosa de los Monteros, han permanecido con el resto del séquito.
El Führer está sentado en una cabecera, teniendo a su derecha al Caudillo y a su izquierda al señor Serrano Suñer; a la derecha del Caudillo está el señor Ribbentrop.
Comienza Su Excelencia el jefe del Estado señalando la satisfacción que le produce el encontrarse por vez primera con el Führer, a quien de nuevo reitera las gracias por la ayuda que Alemania prestó a España durante nuestro Glorioso Movimiento Nacional.
El Führer contesta a Su Excelencia diciendo que es también para él muy grato el momento de encontrarse con el Generalísimo, y después de ensalzar la gesta del pueblo español, que ha sabido enfrentarse contra el comunismo a las órdenes de Su Excelencia, señala la importancia que tiene la reunión de ambos jefes de Estado en este momento crítico de la guerra en Europa, en que acaba de ser derrotada Francia.
Empieza el Führer por hacer una relación bastante minuciosa de todos los acontecimientos ocurridos hace trece meses, y que han dado origen a la guerra mundial, insistiendo que él no quería la guerra, pero que se ha visto obligado a aceptarla con todas sus consecuencias. Pinta la situación de Europa como completamente favorable a las armas alemanas, diciendo textualmente: «Soy el dueño de Europa y como tengo doscientas divisiones a mi disposición, no hay más que obedecer.» Continúa el Führer ponderando la eficacia y el dominio de las fuerzas alemanas, asegurando que será cuestión de muy poco tiempo el aniquilamiento de Inglaterra, cuya invasión se está preparando con gran eficacia, y que le interesa tener prevenidos y sujetos todos los puntos neurálgicos que puedan ser de interés para sus enemigos, y por ello es por lo que le ha interesado tener esta conversación con el Caudillo, pues hay varios puntos en los que España está llamada a desempeñar un papel muy importante, y que no hay duda que velando por sus intereses políticos lo llevará a cabo, ya que si dejara pasar esta oportunidad no se le podría presentar nunca.
A este respecto, dice que le interesa y preocupan tres puntos, que son: Gibraltar, Marruecos e islas Canarias.
Continúa diciendo el Führer, al pasar a tratar de Gibraltar, que ésta es una cuestión de honor para el pueblo español, el reintegrar a la Patria este pedazo de suelo que está todavía en manos extranjeras, y que por su situación privilegiada en el Estrecho sea el punto de apoyo más importante que para la navegación por el Mediterráneo tienen los aliados, y que, por tanto, hay que ir tomando en consideración la necesidad de que se cierre el Estrecho, ya que si Ceuta y Gibraltar estuvieran en manos españolas, sería imposible la navegación.
Ataca el segundo punto referente a Marruecos, diciendo que España, por su historia y por otros muchos antecedentes, es la llamada a quedar en posesión de todo el Marruecos francés y de Orán, y que, desde luego, si España entraba en la guerra al lado del Eje, se le garantizaba el dominio de los territorios antes citados.
Por lo que se refiere a las islas Canarias, dice que, aunque está convencido de que los Estados Unidos no han de entrar en la guerra, pues no tienen intereses de gran envergadura en ella, no así los ingleses, que aunque sufren una situación precaria actualmente, en cualquier golpe de mano podrían hacerse con ellas y sería, desde luego, un golpe muy fuerte contra la campaña submarina que con toda eficacia se está llevando a cabo.
Su Excelencia el Jefe del Estado contesta a los puntos que acaba de mencionar el Führer, diciendo que aunque es exacto que Gibraltar es un pedazo de tierra española que hace muchos años está en manos ajenas, y que sería de gran satisfacción para el pueblo español que volviera a formar parte de la Patria, hay que comprender que lo que al Führer le parece muy fácil, que es tomar la ofensiva contra Gibraltar, supone para un pueblo que acaba de pasar por una de las más terribles guerras civiles un sacrificio, ya que no tiene aún cerradas las heridas de todo orden que ha sufrido, y que sería una muy pequeña compensación para los estragos y dificultades que la entrada en guerra con Inglaterra supondría.
Por otro lado, continúa el Caudillo, por lo que se refiere a Marruecos, debe tenerse muy en cuenta el esfuerzo que para una España aún no rehecha de la guerra civil supone el mantenimiento de los efectivos militares que tiene en su zona y que obliga a las tropas francesas a mantener unos efectivos importantes inactivos que no pueden acudir a otros sectores. Continúa el Caudillo diciendo que agradece mucho los ofrecimientos que para después de la guerra, y en el caso que entrara España en ella, que le hacen de la zona francesa y de Orán, que no se le ha ocurrido pedir, pero que estima que para ofrecer las cosas es necesario tenerlas en mano, y que, hasta ahora, el Eje no dispone de ellas. Añade el Caudillo que este problema de Marruecos no lo ha considerado él vital para España, y comprende que no se le ha hecho justicia a nuestro país y que no se le ha reconocido la situación que por derecho e historia le corresponde; pero que habiendo sido, como lo prueba la Conferencia de Algeciras, problema que siempre suscitó la intervención de todos los países, aun de aquellos que más alejados se encontraban de él, estima que no debe procederse a la ligera, sino, por el contrario, sin hacer dejación ninguna de los derechos que le asisten, examinar el problema con toda frialdad.
Por lo que se refiere a las islas Canarias, no cree el Caudillo que puedan ser objeto de un ataque, pero desde luego, reconoce que aun cuando existen en las islas efectivos necesarios, los medios de defensa de que disponen las islas no están a la altura de las circunstancias, pues el armamento no es eficiente.
A esto contesta el Führer diciendo que se enviarían por Alemania las baterías de costa de gran calibre que fueran necesarias, así como los técnicos encargados de montarlas y enseñar su manejo.
Señala el Caudillo, con referencia al cierre del estrecho de Gibraltar, que considera de mucha más urgencia e importancia el cierre del canal de Suez, pues el corte de éste traería aparejada la inutilidad del estrecho de Gibraltar, y pasaría a ser un mar muerto el Mediterráneo.
El Führer se mantiene en su postura de que considera más importante cerrar por Gibraltar que por Suez.
Insiste el Führer en señalar los grandes beneficios que reportaría a España una intervención al lado del Eje, manifestando que cree llegado el momento en que España tiene que tomar una determinación, pues no puede permanecer indiferente a la realidad de los hechos y de que las tropas alemanas se encuentren en los Pirineos. Y añade que como mañana o pasado tiene concertada una entrevista con el mariscal Pétain y el señor Laval en Montoire, quiere saber a qué atenerse respecto a la actitud de España para obrar en consecuencia con respecto a Francia.
Contesta a éste el Caudillo que no cree que tenga nada que ver la actitud de España en las conversaciones de una potencia que acaba de hacer ofrecimientos, pues, una de dos, o estos ofrecimientos no son más que el cebo para una posible entrada de España en la guerra o no se piensa cumplirlos si la actitud de Alemania con el Gobierno de la Francia derrotada no es excesivamente dura.
Esta contestación del Caudillo no parece agradar mucho al Führer (seguramente porque es verdad), y recalca de una manera un poco vehemente, y sin recoger lo dicho por el Generalísimo, que él no puede ir a Montoire a entrevistarse con Pétain sin conocer una actitud definida por parte de España.
El Caudillo vuelve a insistir en lo antes manifestado, y además reitera que España, que acaba de sufrir una gravísima guerra civil, que ha tenido cerca de un millón de muertos por todos los conceptos, que está falta de víveres y de armamento, no puede ser llevada sin más ni más a una guerra cuyo alcance no se puede medir, y en la cual no iba a sacar nada.
(Al llegar a este momento se suspendió la sesión, que ha durado desde las cuatro menos cuarto a las siete menos veinte. La conversación ha resultado lenta por tener que traducirse del español al alemán y viceversa. Una vez terminada la conferencia se traslada el Caudillo a su coche-salón hasta la hora de la comida que ofrece el Führer a Su Excelencia y a su séquito. Se reanuda la conferencia poco después de las diez y media de la noche.)
En la segunda parte de la conferencia se nota desde el principio el afán del Führer de hacer ver al Caudillo la conveniencia de entrar al lado de Alemania en la guerra, por estar ésta, como quien dice, virtualmente ganada, y asegurando que tendría España cuanta ayuda pudiera necesitar tanto en provisiones como en armamentos.
Vuelve el Caudillo a insistir en lo que tantas veces ha repetido durante el curso de la conversación, de que España no está preparada para entrar en ninguna guerra, y que no se le pueden pedir sacrificios inútiles para no obtener nada de ellos, y que considera que ya es buena ayuda la neutralidad española que le permite no tener efectivos en los Pirineos y la distracción de fuertes contingentes franceses por nuestras fuerzas militares en la zona de Marruecos, aparte de lo que representa el haberse adueñado España de Tánger, evitando que lo hicieran otros.
El Führer a esta contestación, y visiblemente contrariado, manifiesta que, aunque eso es verdad, no es lo suficiente ni lo que necesita Alemania.
El Caudillo le vuelve a contestar que él no puede llevar al pueblo español a una guerra que, desde luego, sería impopular, ya que en ella no se podría alegar que estaba implicado el prestigio ni la conveniencia de España.
Después de un forcejeo insistiendo ambos jefes de Estado en sus puntos de vista, y teniendo en cuenta que quiere llegarse a una solución por parte de Alemania, propone el Führer, de acuerdo con su ministro de Asuntos Exteriores, señor Ribbentrop, que se firme por parte de España un compromiso en el que se compromete a entrar en la guerra al lado de Alemania cuando ésta estime necesario que lo haga más adelante.
El Caudillo vuelve a insistir en los tan repetidos puntos de vista respecto a la imposibilidad de España de entrar en una guerra que no le habría de reportar ningún beneficio y que, por tanto, aunque fuera un compromiso aplazado, él no lo puede aceptar.
Se siguen manteniendo durante más de tres cuartos de hora los respectivos puntos de vista y, pasadas las doce y media, el Führer, que ha ido cada vez perdiendo más su control, se dirige en alemán a Ribbentrop y le dice: «Ya tengo bastante; como no hay nada que hacer, nos entenderemos en Montoire.»
El Führer, dando muestras de su soberbia o de su mala educación, se levanta de la mesa y, de forma completamente militar y agria, se despide de los presentes, acompañado de su ministro de Asuntos Exteriores.
Poco después, y ya de manera oficial, tiene lugar la despedida en el andén en forma aparentemente cordial.
A la una menos cinco arranca el tren que conduce a Su Excelencia, quien creo ha sacado una impresión del Führer distinta a la que se había imaginado, como aquel señor que cree encontrarse con otro y se lleva un chasco.
Mi impresión, como español, no puede ser mejor, pues conozco a los alemanes y sé sus procedimientos, y teniendo en cuenta la fuerza que tienen hoy en día dominando Europa entera, la actitud del Caudillo ni ha podido ser más viril ni más patriótica ni más realista, pues se ha mantenido firme ante las presiones, justificadas o no, del Führer y ha pasado por alto con la mayor dignidad los malos modos, al no ver satisfechos los deseos, del Führer-Canciller.
L. Álvarez de Estrada y Luque
Barón De las Torres
26 de octubre de 1940
La versión alemana de Paul Schmidt.
El intérprete de Hitler para inglés, Paul Schmidt escribió el libro titulado “Europa entre bastidores” (Ediciones Destino) en el que relata la entrevista de Hendaya, cosa bastante extraña ya que al no saber español no asistió a la reunión. Parece lo más probable, que la versión que da de la conferencia, se deba a lo que le explicara posteriormente Gross, intérprete de Hitler en Hendaya. El escrito de Paul Schmidt dice así:
«Al principio, Hitler pintó la situación de Alemania con los colores más brillantes: «Inglaterra está ya definitivamente batida». Y terminó su largo párrafo dedicado a las grandes posibilidades alemanas de alcanzar la victoria con estas palabras: «Solamente falta que esté dispuesta a confesarlo.»
Entonces cayó la palabra Gibraltar. Hitler dijo que si los ingleses lo perdiesen podrían ser excluidos del Mediterráneo y de África.
Franco, al principio, no dijo nada. Entonces hizo una maniobra de diversión. Dijo que el abastecimiento de víveres en España era malo. Preguntó con expresión atenta si Alemania le podía abastecer. Dijo que necesitaba artillería pesada y antiaérea. ¿Cómo podría defenderse España contra la posibilidad de que le quisieran quitar las islas Canarias? Pero por encima de todo consideró incompatible con el orgullo nacional español el aceptar soldados extranjeros para conquistar Gibraltar, que luego había de recibir España como regalo.
Mientras Franco exponía su punto de vista con voz tranquila, Hitler se iba mostrando cada vez más inquieto. Franco, por último, se mostró dispuesto a firmar un acuerdo, mas con tales condiciones previas que dicho convenio no era sino una fachada tras la cual no quedaba nada. Las conversaciones se interrumpieron...Desde un principio había notado que Franco no quería comprometerse a nada fijo.»
Hitler escribe a Mussolini lamentando la actitud de Franco.
Un par de meses más tarde de la entrevista de Hendaya, Adolf Hitler envió una carta a Benito Mussolini, expresándole su preocupación y descontento ante la postura española en el conflicto:
«Duce: Profundamente conturbada España por la situación, que Franco cree que ha empeorado, se niega a colaborar con las potencias del Eje. Temo que Franco esté a punto de cometer el error más grave de su vida. Pienso que su idea de recibir de las democracias materias primas y trigo, como una especie de recompensa por su neutralidad, es extraordinariamente ingenua. Las democracias le tendrán con el alma en un hilo, hasta que consuma el último grano de trigo, y cuando haya llegado ese momento se lanzarán sobre él.
Lamento todo esto porque nosotros habíamos terminado los preparativos para cruzar la frontera española el 10 de enero de 1941 y atacar Gibraltar en los primeros días de febrero. Creo que el éxito hubiera sido relativamente rápido. Las tropas elegidas para esta operación habían sido especialmente seleccionadas y entrenadas. Desde el momento en que el Estrecho de Gibraltar cayera en nuestras manos, el peligro de un cambio de actitud de Francia en el norte y en el África occidental quedaría definitivamente eliminado.
Me encuentro, pues, muy entristecido por esta decisión de Franco, tan poco acorde con la ayuda que nosotros y usted, Duce, le prestamos cuando él se encontraba en dificultades.»
Epílogo
De la entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler nadie salió sabiendo lo que podría suceder en adelante. Hitler, que llegó con la convicción de obtener de Franco el consentimiento para incorporarse al Eje y a la guerra, no lo logró. El Caudillo sabe que su interlocutor se ha convertido en el amo de Europa y que dispone en aquel momento de 186 divisiones ociosas, magníficamente preparadas y dispuestas a cruzar España para llegar a Gibraltar, por las buenas, -y que serían recibidas con entusiasmo y ovaciones por el pueblo español-, o por las males, como sucediera en Polonia o en Francia.
Una cosa fue evidente y es que dadas las condiciones personales de Adolf Hitler, otra persona que no tuviese como el Generalísimo Franco la gran habilidad, la enorme serenidad y temple y el aplastante prestigio, no habría conseguido la victoria lograda en la dialéctica batalla que el 23 de octubre de 1940, ahora hace 65 años, fue librada en la población fronteriza de Hendaya.
FRACASO DEL FRANQUISMO
El franquismo no cuajó entre la juventud. Más bien dió origen a la moda de ser antifranquista y de izquierdas, especialmente marxista, de estar a favor de los obreros y de los oprimidos. Incluso entre los ricos y entre los hijos de los mismos franquistas cuajaron estas ideas. El mismísimo primo y secretario personal de Franco, Francisco Franco Salgado, decía de los falangistas: "Se llaman falangistas, pero sienten y piensan como comunistas". La verdad es que el falangismo va desde la extrema derecha a la extrema izquierda, aunque la idea popular es que todos son de derechas y "retros", identificándolos con los fascistas.
Una novela que ilustra esta tendencia ya en los años 50 es "Últimas tardes con Teresa", de Joan Marsé.
En ella, el protagonista, llamado "Pijoaparte", junto con un amigo, intenta infiltrarse en las fiestas organizadas por la clase alta, aprovechando que en ellas no todo el mundo se conoce. El Pijoaparte intenta comer y beber de gorra, y, a ser posible, ligar con alguna niña bien. Para ello, se descubre ante la bella Teresa, a la que intenta ligar haciéndose pasar por un revolucionario idealista de izquierdas, figura mítica en los círculos pijos de Teresa. El Pijoaparte consigue cautivar los sentimientos idealistas de Teresa, pero no se la consigue ligar.
Dicho sea de paso, el Pijoaparte, contrariamente a la ideología que aparenta, a quien verdaderamente admira es al padre de Teresa, que es un tipo que ha sabido hacer dinero.
El Pijoaparte es un buen prototipo de "luchador antifranquista", que quiere ligar a base de hacerse pasar por idealista, pero que está seducido por la comodidad y el dinero. La principal diferencia con muchos otros antifranquistas es que el Pijoaparte no se engaña a si mismo, sabe perfectamente lo que quiere y hace comedia conscientemente. En cambio, en otros antifranquistas, la comedia no era tan consciente y fueron pasando del idealismo político a la caza descarada del sexo y del dinero. Este último, sobre todo, a partir de la entrada en democracia y mucho más con la subida de los socialistas al poder, que socializaron el dinero como valor único vigente.
Aunque los franquistas eran calificados de "burgueses", también los antifranquistas eran tenidos por burgueses por los (escasos y relativos) fanquistas. Ha sido una lástima que estos últimos tuvieran tanta razón.
Una novela que ilustra esta tendencia ya en los años 50 es "Últimas tardes con Teresa", de Joan Marsé.
En ella, el protagonista, llamado "Pijoaparte", junto con un amigo, intenta infiltrarse en las fiestas organizadas por la clase alta, aprovechando que en ellas no todo el mundo se conoce. El Pijoaparte intenta comer y beber de gorra, y, a ser posible, ligar con alguna niña bien. Para ello, se descubre ante la bella Teresa, a la que intenta ligar haciéndose pasar por un revolucionario idealista de izquierdas, figura mítica en los círculos pijos de Teresa. El Pijoaparte consigue cautivar los sentimientos idealistas de Teresa, pero no se la consigue ligar.
Dicho sea de paso, el Pijoaparte, contrariamente a la ideología que aparenta, a quien verdaderamente admira es al padre de Teresa, que es un tipo que ha sabido hacer dinero.
El Pijoaparte es un buen prototipo de "luchador antifranquista", que quiere ligar a base de hacerse pasar por idealista, pero que está seducido por la comodidad y el dinero. La principal diferencia con muchos otros antifranquistas es que el Pijoaparte no se engaña a si mismo, sabe perfectamente lo que quiere y hace comedia conscientemente. En cambio, en otros antifranquistas, la comedia no era tan consciente y fueron pasando del idealismo político a la caza descarada del sexo y del dinero. Este último, sobre todo, a partir de la entrada en democracia y mucho más con la subida de los socialistas al poder, que socializaron el dinero como valor único vigente.
Aunque los franquistas eran calificados de "burgueses", también los antifranquistas eran tenidos por burgueses por los (escasos y relativos) fanquistas. Ha sido una lástima que estos últimos tuvieran tanta razón.
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