Fiel a los planteamientos de la Falange, el Régimen de Franco se declaraba "Sindicalista". O sea, que la representación política de los ciudadanos era a través de los sindicatos y no a través de los partidos políticos que, o bien eran ilegales, o bien no tenían sistemas democráticos de representación en las Cortes ni en órganos de gobierno.
Los sindicatos eran "verticales", o sea, divididos en ramos de producción, pero que abarcaban tanto empresarios como obreros. Una característica importante era que garantizaban al máximo la estabilidad del puesto de trabajo.
El sindicalismo formaba parte de lo que se llamaba "Democracia Orgánica", pues la representación democrática no era a través de partidos, sino a través la organización de la misma sociedad. Además de la organización del trabajo, representada por los sindicatos, estaban las familias, representadas por los "cabezas de familia", los municipios, etc.
A través de este sistema se elegían los representantes en las Cortes, que era el equivalente al Parlamento en las democracias parlamentarias.
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