jueves, 10 de diciembre de 2009

HORROR EN EXTREMADURA

os "mareaos" del Tajo.

Numerosos prisioneros, fueron arrojados al Tajo desde alguno de sus puentes como el de Alconetar, donde se les ataba los pies y las manos, incluidas mujeres y niños. En el de Almaraz los prisioneros eran “mareaos”, término que venía a definir el pasatiempo favorito de algunos falangistas de la zona. La persona, una vez arrojada al agua y mareado por el impacto, trataba de llegar hasta la orilla como podía. Este era el momento en el que sus verdugos, apostados en lo alto del puente, disparaban sobre las víctimas que luchaban por no ahogarse, de la misma manera que uno tira con la escopeta a los corchos de una feria. Aquí y de esta manera murieron numerosos vecinos de Casas de Miravete, Belvis de Monroy, Navalvillar, Fresnedoso, Las Mesas, Castañar de Ibor y Navalmoral de la Mata.
Nota 1.- Tal fue el caso de Gregorio Carreras Batalla, natural de Olivenza (Badajoz). Preso en la cárcel de Navalmoral de la Mata (Cáceres), fue “mareado” y muerto en el río Tajo en 1936.

La toma de Navalmoral de la Mata y Campo Arañuelo.

En Navalmoral de la Mata existía, al igual que en otras poblaciones de la comarca de Campo Arañuelo, una notable implantación de las organizaciones obreras destacando, de entre todas ellas, la CNT de ideología anarquista (Confederación Nacional de Trabajadores).

Entre los días 17 y 18 de julio de 1936 visitó la localidad Ramón González Cid, natural de Navalmoral, que desempañaba desde el triunfo del Frente Popular la presidencia de la Diputación Provincial de Cáceres. Una vez producido el Alzamiento fue nombrado Gobernador Civil Ignacio Mateos Guija, también natural de Navalmoral, y destacado militante de Izquierda Republicana.

Las tropas fascistas pronto comprendieron la importancia estraté- gica de esta población en su ruta a Madrid, por lo que el día 21 de julio fueron enviados 140 hombres entre soldados (Regimiento de Argel-27 de Cáceres), guardias civiles y de asalto, al mando del capitán Salva- dor Bada Vasallo. En el puente de Almaraz, sobre el Tajo, encontraron cierta resistencia aunque sus defensores pronto se dieron a la huida. Aquí fue detenido el alcalde de Romangordo, Julio Salas Julián, que sería fusilado en mayo de 1937. El alcalde de Almaraz, Alejandro de la Puente Pérez, aunque desarmó a los elementos de derecha, no pudo evitar que la localidad también fuera tomada por los hombres de Bada Vasallo que se dirigieron hacia Peraleda de la Mata que, por aquella época, era la segunda localidad en importancia de la comarca de Cam- po Arañuelo. Aunque aquí existía un poderoso Comité de Defensa, el municipio fue tomado sin excesiva dificultad por los nacionales que libe- raron al cura y a un grupo de guardias civiles que se habían ocultado en la torre de la iglesia. Durante el asalto, los rebeldes dieron muerte a Ángel Martín García y a su hijo de corta edad Francisco Martín Camacho.

Bada Vasallo y sus hombres se retiraron hacia Navalmoral, lo que facilitó la recuperación de la localidad por fuerzas del general republica- no Riquelme que partieron de la cercana Oropesa (Toledo). El 30 de julio de 1936 tropas nacionales volvieron a ocupar la Villa, pero a prime- ros de agosto es nuevamente recuperada para la República por Riquel- me que, por estas fechas, ya contaba con numerosos refuerzos: Cuerpo de Infantería del Regimiento Wad Ras, nº 1, de Madrid; Batallón Ciclista de Alcalá de Henares y Batallón “Pasionaria” del 5º Regimiento de las Milicias Populares al mando del dirigiente de la FAI (Organización polí- tica de ideología anarquista. Federación Anarquista Ibérica) Martín Lla- nos. Sin embargo, la respuesta de los rebeldes no se hace esperar. Aviones Ju-52 alemanes bombardearon repetidas veces Peraleda de la Mata, lo que fue motivo para que las tropas republicanas fusilaran en venganza a tres personas simpatizantes de la derecha. Tras la toma de- finitiva de Valdehuncar el 28 de agosto, las tropas del coronel Castejón se dirigieron al asalto final de Peraleda donde se produciría un encarni- zado combate tanto en tierra como en el aire. Las fuerzas republicanas intentaron replegarse hacia Oropesa pero les fue cortado el paso por los hombres del coronel Asensio, lo que provocó su descalabro. Sufrieron más de 300 bajas en el combate, a las que hubo que añadir los 26 miembros de la CNT que fueron fusilados. Dieciséis de ellos, anarquis- tas venidos de fuera, fueron enterrados en un olivar situado a la salida del pueblo, junto a la carretera de Guadalupe. El resto, vecinos de la Villa, fueron ejecutados en el tristemente célebre puente de Bohonal.

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